Dar brillo a la superficie de algún alimento.
Lograr que en una pieza que se está braseando o salteando, se forme una capa brillante por encima, regándola con su propio jugo.
Cocer ciertas hortalizas (cebollitas, nabos, zanahorias, etc.) en mantequilla y prácticamente en su propio jugo, a fuego muy lento hasta que adquieran un aspecto dorado.
Recubrir un pastel o helado con azúcar glas.
Espolvorear una tarta con azúcar glas y meterla un momento al horno para tostarla.